Organización política de la cultura Zapoteca

La organización política de los zapotecas se basa en dos tipos, una que viene desde la divinidad, la creencia de que la imagen de dios es la suprema autoridad, y la segunda es el caso de las monarquías.

El arte de la guerra

Con el implemento de la guerra podían ganar territorio, cosa que en la política de la cultura Zapoteca resultaba beneficioso. Obteniendo, mayores posesiones territoriales ayudando al crecimiento de la agricultura o el comercio.

A través de las guerras era muy probable que capturaran enemigos, los cuales eran sacrificados y ofrecidos en ceremonias religiosas.

Geopolítica

El centro físico de la política de la cultura Zapoteca se encontraba en Monte Albán, puesto que estaban todas las organizaciones de estado. Por eso, alrededor de los años 900 y 1400, los zapotecas se organizaron por ciudades y estados.

Esta aglomeración demográfica merecía la competencia comercial y ayudaba al crecimiento de estas organizaciones.

Aunque, los españoles pudieron lograr la conquista, los Zapotecas lograron ser fieles a su autonomía.

Estructura política

La situación política de la cultura Zapoteca se encuentra formada por cargos, es decir, los cargos del gobierno. Donde, se incluyen jefes, y oficiales, que dígase de paso pueden ser ocupados por cualquier hombre o mujer que desde luego sea competente.

Política y religión

Por otra parte, en cuanto a su religión, los zapotecos eran regidos por una imagen que representaba a Dios, porque eran un pueblo teocrático. De hecho, el puesto de los sumos sacerdotes duraba al rededor de cuatro años.

Luego de este periodo eran relevados para formar parte del consejo del reino zapoteca.

Así, el sucesor del  sacerdote, quien guardaba celibato en palacio, debía ser engendrado por él mismo, con alguna hija de un habitante sobresaliente, o un caudillo de igual forma notoria.

Los sacerdotes eran pues, en cuestiones políticas de la cultura Zapoteca, los representantes en el exterior de la soberanía, puesto que eran considerados portavoces y jueces supremos en el interior del reino.

A esta civilización aborigen se le atribuye uno de los mejores sistemas de organización autónoma fuera de los grandes imperios precolombinos. Además, como sus pares del viejo y nuevo mundo, no desaparece el vínculo religión-política.